Que calor hacia ayer, increíble, hasta en las noches mi piel parecia fundirse.
una piel cubierta de sudor, incesante y fluctuante. Encerrado en el bulevar, un lugar como un jardín, donde las pequeñas mangueritas revolotean y humedecen la grama.
Entonces caminamos y nos encontramos en el medio de un bulevar, un lugar fantástico para descansar y refrescarnos del maldito calor. Ahí estaba mi piel que parecía metal fundido, llena de sudor y buscando nuestro espacio en medio de la nada.
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